Siempre me ha interesado la gestión de la innovación. He tenido interés en conocer cómo se pueden organizar los recursos para poder desarrollar nuevos productos, servicios y modelos de negocio, como ocupar nuevos nichos comerciales, cambiar la sociedad.
Algunas herramientas me han convencido especialmente porque daban aparente respuesta a aquello que veía en organizaciones que yo califico de innovadoras.
Cito como alguno de los modelos que más me han inspirado el descrito por Henry W. Chesbrough, a quien tuve la oportunidad de conocer hace años cuando presentó su libro “Innovación Abierta” en Madrid, o el Modelo A-F de Fernando Trías de Bes y Philip Kotler descrito en el libro “Innovar para Ganar” .
Cuando hablamos de innovación solemos tender a relacionar el fenómeno con la adopción de tecnología, olvidando a veces que la innovación es un proceso eminentemente social como ponen de manifiesto los modelos antes descritos. Es más, muchos procesos de adopción de tecnología no implican innovación alguna para las organizaciones en los que se producen.
Tras pasar como directivo o asesor en un relativamente alto número de organizaciones y echando la vista atrás, creo que de una de las organizaciones que considero modelo de innovación, la Fundación Universidad Empresa, habría mucho que aprender para la mejora de la gestión de la innovación en la empresa.
La FUE, como es llamada coloquialmente, nació en un momento convulso de la sociedad española (1973) y permitió establecer puentes de trabajo absolutamente disruptivos en aquella sociedad entre la empresa y la universidad. Los frutos de esta organización en sus cuarenta años de existencia han sido impresionantes.
En aquella organización “habitaban” tres perfiles personales y profesionales complementarios que hicieron de esa una organización innovadora: el explorador, el intendente y el zapador.
Explorador
Personaje singular, inquieto, nunca te dejaba indiferente, a veces era considerado un poco bohemio.
No siempre era fácil trabajar con el explorador. Iniciaba muchas rutas a lugares poco conocidos y que en ocasiones deberían ser descartadas, pero sin duda, eran más las ocasiones en las que recomendaba una dirección que nos permitía avanzar hacia una posición ventajosa.
Este personaje tenía la capacidad de ver lo que otros no veíamos, generaba ilusión que actuaba de motor en la tropa. Su labor como explorador requería de la colaboración de otros miembros del equipo, que, dadas sus dotes de persuasión, siempre solía conseguir.
El explorador ejercía liderazgo en el equipo, pero éste no se debía a su rango, parecía provenir de un vínculo en cierta medida afectivo, fruto de las experiencias vividas con él del resto de los miembros de la tropa y sin duda reconocimiento de lo certero de sus indicaciones previas.
Intendente
Este personaje sufría en primera persona los retos que el explorador proponía. Una vez este indicaba el rumbo, tenía la obligación de ver que necesitaría la tropa para poder alcanzar el objetivo.
El intendente, gracias a su experiencia y capacidad de conectar elementos, procuraba lo necesario para iniciar y concluir un itinerario a veces incierto y algo peligroso. Su habilidad radicaba en la capacidad de identificar los medios necesarios para superar los retos propuestos por el explorador y en señalar los lugares donde proveerse de ellos.
Siendo consciente de la importancia de las relaciones, tenía la capacidad de identificar complementariedades e incompatibilidades entre personas o instituciones y cierta habilidad para gestionar dichas relaciones tratando de evitar conflictos.
El explorador y el intendente hacían un buen equipo, se entendían a la perfección, se soportaban mutuamente, eso hacía que la tropa los percibiese como un equipo sólido. Con ellos en la organización parecía que todo funcionaría.
Zapador
Explorador e intendente no serían nadie sin un suficiente número de zapadores con la capacitación adecuada.
Los zapadores realizaban un trabajo a veces poco vistoso, pero siempre necesario. Eran los encargados de materializar las rutas ideadas por el explorador contando con los medios provistos por el intendente.
Todos los zapadores eran muy meticulosos en su trabajo. Cada uno tenía un cierto nivel de especialización que hacía, cuando trabajaban en equipo, que el avance de la tropa fuera rápido y con pocos riesgos.
Los zapadores solían ser críticos con las rutas que marcaba el explorador y con los medios que suministraba el intendente, pero eran conscientes que de hacer bien su trabajo dependía el éxito de la misión, por ello ponían en juego toda su pericia para atender su cometido dejando atrás críticas estériles.
Enseñanzas en un equipo único
Creo que innovar requiere trabajo en equipo y el trabajo en equipo requiere de generosidad. Conocerte y saber cuál puede ser tu contribución en un proceso complejo en el que necesariamente tienes que interactuar con otros. Ser humilde para aceptar aquello que no haces bien para poder mejorar o encontrar el hueco que aporta verdaderamente valor.
Desafortunadamente son pocas las organizaciones que mantienen en el tiempo estructuras con personas que «bailen este tipo de baile». Si estas en uno de estos equipos, no lo abandones, te ayudará a crecer como profesional y como persona.
Entre 1995 y 1999 formé parte del equipo de la FUE. Las enseñanzas y experiencias vividas allí han sido fuente de inspiración y guía en muchos de los retos profesionales posteriores a los que me he enfrentado.
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